Ira


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||Furia desencadenada

||Presente

||Isabella & Sofia



                  Era bastante dĂ©bil, habĂ­a visto morir a mĂĄs de una mujer en las Ășltimas semanas, todas segĂșn palabras de Isabella, tenĂ­an algo que ver con la prostituciĂłn de modelos y otras mujeres, esto le hacia sentirse mal por no ayudarles, cuando estĂĄs le suplicaban por ayuda, pero nada podĂ­a hacer, pues le tenĂ­a un miedo terrible a Isabella, quien no dudarĂ­a en matarla en aquellos momentos. Sin embargo SofĂ­a estaba mĂĄs nerviosa, porque iban de la mano en una fiesta, era una mascarada, no sabĂ­a a quiĂ©n atraparĂ­an ahĂ­, pero sabĂ­a que querĂ­a le ayudarĂĄ, claro que hacerlo le llevarĂ­a a congraciarse con Isabella, pero el no hacerlo podrĂ­a costarle la vida. AsĂ­ que estaba en un dilema.


Pero ese dilema se acrecentĂł mĂĄs, cuando tuvieron que salir y al estar en el auto, la vĂ­ctima resultĂł ser su hermano, pero estaba noqueado por algo que Isabella le habĂ­a inyectado. 


—¿QuĂ© le vas a hacer?—Pregunto SofĂ­a a Isabella, pero recibe una bofetada—l-lo siento, no quise ser irrespetuosa.


—Vas aprendiendo, pero no vuelvas a hacerlo o te costarĂĄ—dicho esto continuo conduciendo—Olvidaste lo que dije ¿Cierto? Tu hermano es un hijo de puta, asĂ­ que pagarĂĄ con su vida—Iba a contradecirla, pero Isabella le chisto—y antes que digas nada, no hay nada que puedas hacer para salvarlo, sino ayudarĂĄs, no estorbes. 


Sofía no sabía que hacer, no tenía un teléfono a la mano, no podía hablar a la policía, no podía contradecir a Isabella, pero se mantuvo en silencio, apenas sollozando muy leve en el trayecto. Pero todo empeoró cuando al llegar a la bodega, trato Sofía de persuadirla, creyó que sería buena idea, había estudiado psicología en Oxford y quería lograr algo.


—¿QuĂ© ganas con matarlo? No vale la pena—le dice para poder calmarla—Matar por venganza no es necesario.


Estaba entretenido ajustando las cuerdas en aquel momento cuando la estaba escuchando, a quien estaba en un rincĂłn, le hizo una seña para que se acerque y cuando la tuvo tan cerca, Isabella le plantĂł una bofetada tan fuerte que le hizo caer. 


—¿Crees que tĂș psicologĂ­a barata va a poder conmigo?—Se mofo de ella en aquellos momentos—Mate a mi psiquiatra, hace unos años, asĂ­ que no fastidies, y si vuelves a intentar algo asĂ­, te obligarĂ© a...


—P-pero el...


—¿Pero, pero?—le soltĂł un golpe seco y a puño cerrado en la cara—No te mato, porque no me da la gana, pero esto te costarĂĄ caro. 


Al estar en el suelo, le golpeo salvajemente pero en puntos no crĂ­ticos, para hacer el mĂ­nimo daño posible, pero habĂ­a olvidado al hermano, quien al despertar y ver a su hermana que era brutalmente golpeada, luchaba por safarse, pero sus esfuerzos fueron inĂștiles. 


—¡Dejala! A mĂ­ hazme lo que quieras—pedia pero Isabella no le hizo caso, hasta que descargo su enojo en SofĂ­a, le dejo, le golpeo con un cinturĂłn—¡Dejala, maldiciĂłn!


—Los cadĂĄveres no tienen decisiones—Le dice mientras patea a SofĂ­a, y va por un cuchillo a una mesa junto al tipo—Pero da gracias a quĂ© tĂș hermanita estĂĄ desmayada.


De la mesa tomo un par de fotos, era de HĂ©ctor y de como estaba con una jovencita, por no decir que se trataba de una menor de edad.


—Sino sabrĂ­a la clase de lacra que eres—Sentencio mientras le lanza las fotos en la cara.


—Y-yo, yo no sabĂ­a que era menor—Eso hizo reĂ­r a la rubia.


—No insultes mi intelecto, tengo mĂĄs fotos asĂ­, y no fue una o dos, fueron decenas—cuando lo tuvo frente a ella, le clavo el cuchillo en su muslo—Hasta tienes tus propias fotos ¿Cierto?—saco el telĂ©fono y quizo abrirlo pero tenĂ­a contraseña—Desbloquealo, hazlo y quizĂĄs no te mate.


—¿Lo prometes?—estaba sollozando y la sangre no escurrĂ­a demaciado, por tener el cuchillo aĂșn dentro.


—Si, si pero desbloquealo—cuando le dio la contraseña, se puso a revisar y encontrĂł un compendio de fotos que a Isabella le dieron asco.


Saco el cuchillo y miro con malicia al pobre desgraciado—Ahora con mĂĄs ganas tengo para acabar contigo—Lo dice ignorando completamente las palabras que estĂ© le dijo, y como incluso le maldijo—No prometĂ­ nada, asĂ­ que cĂĄllate o te cortarĂ© la lengua, antes que cualquier cosa.


Cuando termino de jugar con el, y antes de morir miro a HĂ©ctor a la cara—tu tĂ­o es el que sigue y ¿Sabes por quĂ©? Porque es un maldito desgraciado, y sabes a lo que me refiero—le dice esto antes de querer cortarle la garganta.


—¿P-por quĂ©?... ¿Por quĂ© haces esto?—dice HĂ©ctor tociento por la falta de aire y porque se sentĂ­a fatigado?.


—¿Por quĂ©? ¡Ah! Quieres saber porque te hice esto o ¿Por quĂ© mato?—Dice esto con suavidad deteniĂ©ndose por un momento.


—Lo segundo—Estaba agotado pero querĂ­a retomar fuerzas para poder escapar y salvar a su hermana de ser posible.


—Porque quiero, pero es una respuesta vacĂ­a y carente de sentido—comenzo a jugar con su cuchillo pasĂĄndolo por el antebrazo, haciĂ©ndole un corte nada profundo pero con la sensibilidad que ya tenĂ­a, bastante doloroso—Lo mismo puedo matar a una mujer embarazada que a un anciano, pero matar a seres como tu, basura, escoria mĂĄs que un pasatiempo o hobbie, es un deber social, cuando me aburra de esta vida, probablemente me vaya a un bosque a vivir con SofĂ­a el resto de nuestras vidas de forma pacĂ­fica o quien sabe y haga algo estĂșpido que haga nos mate a ambas. 


Claro que estar siendo herido constantemente le hizo desconcentrarse a tal punto que no se percatĂł que Isabella habĂ­a vuelto a ajustar las cuerdas—Lastima que quisieras escapar, te contarĂ­a mĂĄs pero tĂș tiempo ha acabado—Cuando termino de decirlo, fue acuchillado por SofĂ­a.


Habia estado escuchando todo incluso la parte de su tio, cuando se distrajo Isabella, tomo un cuchillo y lo apuñalĂł tantas veces como pudo, la ira que sentĂ­a era mayĂșscula al dolor, y comenzĂł a llorar, pero mĂĄs que sentirse molesta con SofĂ­a, Isabella le entendĂ­a, abrazandola para contenerla


—¿Por quĂ©? ¿Por quĂ© el hizo todo eso?—Dice SofĂ­a entre lĂĄgrimas—¿Por quĂ© no me defendiĂł de mi tĂ­o? son de la misma edad—se aferraba con las manos temblorosas al cuerpo de Isabella.


—Algunos como yo, nacemos siendo monstruos—comento acaricia su espalda—Pero nos camuflamos bien y hasta podemos seducir a las personas a quĂ© hagan lo que uno quiera.


—P-pero tu no harĂ­as lo que el hizo—hablo SofĂ­a entre sollozos.


Le tomo de los hombros y le mira a los ojos—No asumas nada, porque yo tambiĂ©n viole como tĂș tĂ­o lo hizo contigo, pero jamĂĄs volverĂ­a a hacerlo—sentencio directamente—No soy alguien bueno, porque si lo fuera, no harĂ­a lo que hago. Ahora acabemos con esto y daremos a conocer todo esto.


Señalo el telĂ©fono y las fotografĂ­as que estaban debajo—¡No! Por favor, no lo hagas... digo, no lo haga, ya mis papĂĄs han perdido dos hijos y ahora ademĂĄs saber esto, sin duda los destruirĂ­a—confeso, con los ojos cristalizados de las lĂĄgrimas que no querĂ­a derramar. 


Verla asĂ­ y el como aĂșn la sentĂ­a temblar, asintio a su peticiĂłn, aĂșn percibĂ­a la ira pero a diferencia de al principio, estaba siendo benevolente al no acabar con la imagen de su hermano, pero tenĂ­a sentido esto acabarĂ­a tambiĂ©n con los padres de esta y con la imagen de estos. Por lo que optĂł por aceptar su peticiĂłn, quemĂł toda evidencia, incluyendo el celular y las fotos, claro tenĂ­a la memoria, pero ahĂ­ tenĂ­a las fotos del tĂ­o y las usarĂ­a en su momento. 

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