무서운 저녁 식사

 

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||무서운 저녁 식사

||Pasado

||Isabella - Mariela



                 Había tardado en despertar, se había cansado en esperar asi que llamo a Serena para llamarle la atención, pues había usado cloroformo de más, el pulso era muy bajo pero tuvo que esperar a que despertara mientras tanto había preparado algo especial pues en un par de horas sería ya media noche y con ello comenzaria el día más romántico del año, el día que según Isabela era un asco pues simplemente era una ocasión más para ser hipócrita y fingir algo que no era realmente de su agrado. 


                 Entonces tenía preparada una cena, una de esas que tanto le había pedido Mariela en muchas ocasiones, con flores, pétalos por doquier, velas, un mantel blanco y un excelente platillo. Todo lo había llevado Isabella para aquella noche-madrugada fuera la noche más asquerosamente romantica que destetaba, pero todo sería una pantomima para que se lo creyera su ex novia. 


                 Luego de unos minutos más la vio despertar frente de ella pareciendo mareada y tratando de safarse en ese momento, pero entre más lo trataba, más parecia desesperarse en ese momento, por lo que cuando se forso a safarse de los amarres grito.


—Auxilio... ¡Que alguien me ayude!—El grito desesperado de la chica nadie podría oírlo, por lo remoto donde se encontraban.


Aquello le dio tanta gracia que le hizo reir, aunque el eco de aquella cabaña ayudaba a que su risa se distorsionara en aquel momento, haciendo que sonara bastante siniestra su risa, que le hizo a Mariela helar su piel.


—Ay ternurita, te viste tan linda y tierna—Claro era una burla.


—¿Quien es? Por favor ayudeme, suelteme mi novia se debe estar preocupando—Chasqueo Isabella la lengua por la mención de la novia. 


—Es probable, pero me da lo mismo, ahora solo me importa solo tu y yo... amorcito—Revelo su identidad, sin decir su nombre 


A Isabella sonar tan melosa por dentro le daba nauseas pero sabia fingir bien, asi que cuando la luz de la chimenea le daba en la cara Mariela pudo verla. 


—Isabella ¿Qué haces? Por favor sueltame—Quedo sorprendida, pero a la vez pidió lo que ya sabía que no obtendría, aunque debía intentarlo.


—No mi vida, tu dijiste que querias estar conmigo siempre y aunque tarde, aqui estoy, por fin estaremos juntas, mi vida—Claro habría vomitado, pero sentía que era una buena actriz.


Salto sobre ella y un brinco de miedo dio en su lugar y se habria reido pero debia mantener su papel de que aun le amaba. 


—P-por favor ¿Cómo querías que me quedara? si me daba miedo—Ya se lo habia imaginado, lo cual le hizo sentir orgullosa, no había matado a muchas personas antes.


—¿Qué te daba miedo? ¿Los rumores que se decian de mi? Que poca confianza tenías en mi, cuando se demotro que yo era inocente—Claro había sido inteligente, si salió impune de la muerte de su padre, podría salir igual con aquellos tipos. 


Fingio tristeza en ese momento que hasta llego a escurrir una lagrima que no era visible del todo por la poca iluminación más que la disponible por la chimenea. 


—Pero no solo era eso—Parecia realmente asustada y eso más le parecía gustar—más de una vez me dijiste que los matarias, por el simple hecho que me hablaban. 


—Si, pero una cosa es decir las cosas por celosademás yo te amaba—Pauso—Aún te amo y me dejaste con el corazón roto.


Al decir aquello se solto a llorar, más que nada por actuación que porque ella realmente sintiera algo genuino, esto sorprendio a Mariela y aun en esa situación sintio empatia por Isabella.


—P-por eso ¿Hiciste todo esto? ¿Por eso m-me raptaste?—Queria hacer algo y sabía Isabella que Mariela trataría de hacer algo estúpido.


—A sentimientos desesperados, se realizan actos decesperados, disculpa si te asuste—Aunque internamente no ha llegado siquiera a sentir nada, le parecía gracioso su propia actitud.


—¿Podrías soltarme? D-dejame ir ¿Si?—Su insistencia le estaba comenzando a sacar de quizio, además el dejo de debilidad le molestaba más.


—¡No! ¿Es que no lo entiendes? Tu eres mía y yo soy tuya ¿Ves?—Se subio la blusa dejando ver el tatuaje que traia con su inicial e Isabella hizo lo propio con una ligera modificación incluyendo una serpiente envolviendo al corazón con la inicial de Mariela—Nadie podra romper nuestro lazo, nuestro lazo de sangre.


Mariela recordo aquel juramento bajo la luz de la luna de Mayo cuando tenian las dos solo veinte años, un juramento de sangre en el que ellas se hicieron un corte en su mano y las juntaron, jurandose aquella noche un amor incondicional y eterno; claro que Isabella no sentía esa clase de amor por ella, era incapaz de sentir empatia, de hacerla razonar cuando su enojo era demasiado, no podia a todas luces sentir amor aunque se esforzara; Mariela era el ultimo eslabon debil en su cadena e internamente eliminarlo era un supuesto que eliminaria todo rastro de debilidad de si misma. 


—Prometo que no le dire a nadie, por favor no le dire a nadie p-pero dejame ir—Suplico en ese momento, causando que casi vomitara por lo patética.


—¿Y desperdiciar todo esto?—La hizo girar en aquella silla hasta que vio una mesa con todo lo dispuesto para una cena romantica entre las dos. Saco el reloj de bolsillo de su padre, que conservo cuando lo asesino, notando que ya era media noche—Lo prepare precisamente para hoy, ¡Feliz San Valentin mi amor!—Saber la fecha le hizo sentirse aún más mal, en ello sintio como algo metalico y frio pasaba por su piel y sintio como la presión disminuyo a cero—Acepta mi invitación a cenar y prometo que te dejare ir luego de ello.


En ese momento le entrega una bolsa con ropa no muy elegante pero adecuada para una cena, un vestido negro entallado a su cuerpo, con manga larga y al cuello, solo dejando un pequeño escote, lenceria esa si fue costosa pues le compro de Bordelle, aunque igual no importaba, unos zapatos Jimmy Choo en color negro con una plataforma en rojo, como perfecto contraste. 


—Hay una habitación al fondo, puedes cambiarte ahi—Le señaló la dirección en que debía ir—solo no intentes escapar, porque además de que sera en vano, podrias terminar siendo la cena de un oso o si vas en la dirección equivocada terminar siendo la cena de un cocodrilo. 


Aquello no solo era verdad sino que no le quizo decir que en realidad ella misma la asesinaria si lo hacia, pero prefirio ocultar su sonrisa retoricida para otro momento. Mariela haciendo caso de las palabras de Isabella se metio en la habitación donde decidio cambiarse, pero por instinto quizo ver si podia buscar una forma de escapar o mandar una señal, pero no habia forma, las ventanas estaban bloquedas, no había puerta que cerrar por si las dudas, no había manera de escapar; cuando se dio cuenta que solo podia hacerlo por enfrente, se dio el valor para tener que cambiarse de ropa, ponerse aquel vestido que parecia a pesar de lo ajustado, parecia hecho para ella, la lenceria era demasiado sexy, algo que jamás usaria, además de ver la marca en una de las etiquetas, ella apenas alcanzaba con un Victoria Secrets. 


Por su parte Isabella se puso su vestido en un color rojo pasion de hombros descubiertos con escote en recto y mangas realmente cortas, al igual que el vestido de Mariela era ajustado y ceñido a su cuerpo, el suyo igual, sus zapatos unos stillettos de Alexander McQueen en color rojo con negro estilo sandalia pero de tacon alto. Cuando salio Mariela aquella vista del cuerpo ceñido por el vestido le hizo tragar, lo que para todos habria significado que se habia excitado y sin duda alguna si que se excito pero porque le dio ganas de morderla, pero tambien sintio un cosquilleo en su entrepierna, algo realmente nuevo para ella. 


—Cuando te vi hace unos dias te imagine con ese vestido, pero es más hermosa la realidad que mi imaginación—estiro su mano para tomar la suya pero al principio la quito, pero despúes le dio la mano para guiarla a la mesa que ella misma arreglo encendiendo las velas iluminando la cabaña un poco más.


—Prepare la cena para nosotras, hasta el más minimo detalle—Lo cual para el corazon debil de Mariela, a pesar de las circunstancias le parecio tan lindo, pero recordo un detalle de Isabella.


—Pero tu odias todo esto de San Valentin, en los dos años me lo hiciste saber con tus palabras y tus acciones al despreciar mis detalles—con aquellas palabras su paciencia podria haberse ido por la borda y ya estar encima de ella cortando su piel simplemente para torturarla, pero tuvo que hacer un esfuerzo hasta sobrehumano para no hacerlo, sonriendo de forma forzada pero amable.


—Solo dire que odio el concepto del 14 de Febrero, pero jamás odie tus detalles, guarde todos, hasta que los perdi en un tragico incendio hace unas semanas, perdi esos recuerdos y a una amiga—Lagrimas fingidas bajaron por sus mejillas luego de ello, sintiendo como le acaricia su mano para reconfortarla, odiaba la compasion, lo que para ella era otro signo de debilidad mofandose de Mariela, pero se mantuvo asi, incluso busco entrelazar sus dedos con ella.


—Por eso...—Aclaro su garganta antes de continuar—quisiera pedirte una oportunidad más, para poder amarte, amarnos, para ser una contra el mundo como siempre lo habiamos pensado, porque eres y seras siempre la mujer que amo. 


Más humillada no podia sentirse, pero aquello era sin duda una forma de poder saber si Mariela la amaba aun, porque de no estarlo, aquello no tendria razón de ser, ni siquiera valdria la pena el que la dejara viva más alla de las seis de la mañana de ese mismo dia que comenzaba. Mientras tanto Mariela no sabia que pensar, realmente aún la amaba, pero los rumores de que ella habia asesinado a aquellos chicos le pudieron demasiado, además que tuvo que huir de su ciudad porque más de uno de sus conocidos le hechaban la culpa a ella por la muerte de esos chicos, como si ella hubiese causado sus muertes.


—Bella...—Odiaba que le dijera asi, pero jamás se lo hizo saber, se forzo a no formar una mueca de desagrado—Bella, yo tenia miedo, además me echaban la culpa de todo lo que paso, pero yo te ama... te amo Bella, pero estoy con Emma y no quisiera dañarla, ella fue buena conmigo y seria ingrato de mi parte simplemente abandonarla. 


Mariela pensaba que podia mentir porque Isabella se dio cuenta, la conocia mejor de lo que ella creia, además ella era una metirosa y como dice una frase famosa "No le mientas a un mentiroso" sin embargo continuo con la mentira y le dio a Mariela un beso en su mano aceptando sus condiciones.


—Hablemos de ello luego, que la comida se puede terminar de enfriar... Boun Apetit!


Le destapo a Mariela la charola que tenía de frente a ella, mostrando un platillo en una olla de barro sobre un bordo de madera, esto para deleite de las dos.


—¿Que es? se ve delicioso


No mentia cuando lo dijo el aroma de las especias, la cebolla la misma hierba fresca que sirvio de adorno, hicieron que se la abriera el apetito, si habia algo que hacia bien Isabella desde que recordaba era cocinar, era una de las cosas que le habian enamorado, asi que no dudo en comer una cucharada de aquella comida, saboreandolo con delicadeza, cerrando y suspirando por la delicia que sentia en el paladar.


—Es Tjvjik, hace unos meses aprendi a hacerlo, comida armenia—Lo dijo tan segura y también comiendo lo que preparo.


—Pues esta delicioso, te quedo exquisito y ¿Que carne lleva? no Logro identificarlo—provaba y comia lo que tenía en su plato.


—Oh, el Tjvjik se prepara con higado, pulmones y corazón de cordero—Aquello le sorprendió, pero no le quitaba lo delicioso y siguió comiendo, mientras Isabella le dejo comer un poco más mientras bebía un poco de vino de su copa. 


—Pues está delicioso, nunca lo había probado—Comento probando el vino que tenía en su copa.


—Lo mejor es la procedencia de este hígado, pulmones y corazón—Comia y bebia sin siquiera prestar atención.


—¿Ah, si? ¿Dónde lo conseguiste?—Estaba curiosa porque quizás querría comprarlo y prepararlo, por alguna razón esto le hacía olvidar lo que ella estaba pasando en ese momento.


—De tu perro, un San Bernardo, Se llamaba "Halley" ¿No?—Le dedico una sonrisa sinica, causandole sorpresa y no solo escupió lo que tenía en su boca, sino que terminó vomitando corriendo a la entrada para poder terminar por hacerlo.


—Eso... eso es repugnante... eres un monstruo—Estaba enojada, pero también asustada, su perro había desaparecido dos días atrás así que se imagino porque.


—¿Dime algo que no sepa?—Una risa histérica mientras le veía vomitar—Eres patética.


—¡Entonces fue cierto! Tu los mataste. 


—¿Te refieres a Artur, John y Xavier? Si, lo hice—Se paro para caminar hasta ella con una sonrisa ladina—¿Crees que iba a dejar que siquiera te mirarán?... Eras mía... Eres mía Mariela ¿Lo entiendes?—Se alejo y quizo correr pero Isabella se quitó sus stilletos para ir detrás de Mariela y la alcanzó, cuando forsejeo para safarse le inyectó disfenhidramina, que por la dosis tardó poco en hacerle efecto; la arrastró hasta el interior y la llevo a la cama.


El piso era un desastre, pero ella se puso a comer de lo más tranquila y sinica posible, recordar cómo mato al perro fue satisfactorio, lo había llevado ella misma desde su casa a la de Lexi donde ella lo mató para sacarle el corazón, los pulmones y el hígado, ahora solo faltaba su dueña, pero sobretodo faltaba en aquella ecuación una sola persona. 


—¿Serena?... Si, soy yo ¿Quien más?... Mañana trae a su novia... No, no estoy bromeando, si puedes ir temprano por ella mejor... Bien, duchate y duerme bien mañana tendremos un día ajetreado—Termino la llamada que realizó con el teléfono satelital que tenía, siguió comiendo hasta que quedó satisfecha.

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