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||Rencontre Gaël

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||Carmen - Lidia - Gael

                    Había logrado pasar el portal y llegado a aquel sitio donde busco de sí misma información, pero era algo sumamente sorprendente como fue relativamente sencillo hacerlo, cuando leyó todo lo que encontró, se dio cuenta que estaba en un mundo donde una mujer idéntica a ella había vivido y muerto, lo peor que fue en un accidente aéreo, ahora estaba comenzando a odiar saber pilotear, busco la familia que ella pertenece y hace décadas que el apellido se había perdido, sin embargo cuando salió sintió como fue elevada en el cielo y trato de safarse en el proceso, pero no pudo y fue lanzada contra un risco, pero puso sacar sus alas y volar apenas pudo, cuando pudo se seco la mejilla y miro a la mujer, se parecía a la mujer que le ayudo, sonriendole en sus labios.

—¿Quién demonios eres y por qué te haces pasar por mi hija?—Ei Ángel caído al parecer hizo lo que ella supuso. 

—¡Mami! ¿No me reconoces?—Carmen rió pero no pudo escapar cuando ya estaba siendo golpeada, una y otra vez por aquella mujer.

Cuando pudo le golpeo y se alejo, pero no duró mucho, volvió a recibir arremetidas y cuando menos lo espero y ya había perdido la capacidad de la autocuracion y no había podido continuar, pero cuando estaba por rendirse le golpeo en cara pero con poca fuerza. 

—¿De dónde eres?—le cuestiona.

—Vaya hasta que notas que no soy de aquí—Decia tosiendo un poco de sangre—Me llamo Carmen Elizabeth Juanita de Costa Brava Cortez.

—No bromees conmigo ¿Eres Ángel Caído?—Asintio en aquellos momentos. 

—Soy más bien Nephilim—Volvio a toser ligeramente.

—¿Cuáles son tus motivos para estar aquí? Mi hija, la mujer que se parece a ti—pauso antes de seguir hablando se calmo—Ella...

—Lo se, pensaba cambiar de apariencia, pero me agarraste desprevenida—se puso de pie y se agarró las costillas, le dolía todo.

La agarra nuevamente pero desaparecen y aparece en una casa, estaba por preguntarle, pero no pudo cuando tocó ella el timbre desaparecio, claro que no sabía que pasaba. Unos minutos después una mujer le abrió pero parecía algo desorientada.

—¿Se puede ir al cielo sin morir?—apenas pudo decirle cuando cayó desmayada por el dolor.

Claro no se imaginaba en donde estaba y con quién la habían dejado.