Actividad Inicial I

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                       Se acordó en aquel momento cuando comenzó a  escuchar aquella canción desde un dispositivo de música que le habían regalado semanas atrás, en recompensa de parte de los Shadow Hunters, quien uno de esos híbridos le habían roto su aparato. El aparato aunque no fue igual al que ella tenía, como regalo de su entonces novia Alexandra, le ayudaba a escuchar música.

En ese momento una canción comenzó a sonar, y como siempre le pasaba, le traía recuerdos. 

Lo único raro fue que esa canción le trajo recuerdos de cuando conoció a Alexandra.

"Hola señorita... Me llamo Sari..."

La canción hablaba de lo incomprendida que podía sentirse, a una edad como la adolescencia, en su caso quizás se sentía incomprendida por ser la única de la realeza, no había princesas, no príncipes, solo ella como Reina y aunque había otros reyes Seelie, igual no es que tenga contacto con ellos. 

"Soy una Seelie... Una Hada"

Hablaba de lo difícil sobre tomar decisiones, y usualmente la decisión más sana para alguien como ella, era no revelarse ante un 'mundano', pero lo hizo, no solo porque no quería volver a escuchar que le dijeran mentirosa, sino porque algo le inspiro a hacerlo. 

"Más bien soy una Reina, la Reina de los Seelie"

Cada parte del diálogo parecía encajar a la perfección con la canción. 

"¿Cuántos años tengo? Más de 14 milenios" 

Debía cumplir con su pueblo, protegerlo, mantenerlo siempre al margen de las disputas con los otros pueblos del submundo, eso le había enseñado su madre, la anterior Reina Seelie. 

"Debo confesar que soy bastante curiosa, tu llamaste mi atención, principalmente al verte usar eso con lo que hablabas y si aunque veo mundanos todo el tiempo, desde hace muchos años, eres la segunda mundana que me llama la atención tanto. Bueno más bien la tercera mundana y por cierto puedo cambiar de apariencia"

Y justamente lo hizo, cambiar su apariencia justo frente a ella, no había nadie más cerca en aquella ocasión. Podía sentir como su madre le habría reclamado por haber tenido alguna especie de contacto con los mundanos. Aveces aún cuando ya tiene más de dos mil años como Reina, no dejaba de pensar en lo que su madre haría o le diría, excepto en ese momento. 

Cuando terminó la canción, una media sonrisa se formó en su rostro, acordándose de Alexandra, la única mundana con quién fue honesta y a quien amaba tanto.