This is My Life

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||C'est ma vie

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||Elena

                Debía reconocer que tenía tiempo sin entrar a su antigua habitación, aquella que tenía todos sus recuerdos de cuando aún sus padres le querían o iban y venían de sus viajes de trabajo. Época cuando tenía tan solo seis o siete años y descubrió la ropa de la hija de su Nana, había crecido con ella y se llevaban muy bien tanto que jugaban juntos. Incluso en esa habitación estaba aquella muñeca que Lana le había dejado como recuerdo después que a su Nana la corrió su mamá porque había permitido que Andrea se vistiera de niña. 

°°°

Tenía al menos unos diez años, estaba en su cuarto jugando con Lana, la hija de su Nana y la mujer que le había visto crecer más que cualquier otra persona en su vida. Se había puesto el vestido favorito de Lana y está le decía que se veía preciosa con el; sin embargo aquello no duró mucho porque en cuanto la puerta de su habitación se abrió vio a su madre parada ahí, frente de ellos, claro que no tardaron en escucharse los gritos que su madre profirió no se hicieron esperar cuando vio aquella escena en la que su único hijo varón estaba enmedio de la habitación con un vestido y sus labios pintados con el labial de su madre. Llamo a la mujer a su cuidado a punta de gritos. 

—¡Anri, ¿Te fijas como está mi hijo? Parece una mariquita—Le estaba tratando de quitarle el vestido, pero el pequeño niño protegía aquel como su mayor tesoro, pero termino hecho tirones en el suelo, mirando con mayor enojo al ver que usaba ropa interior de corazoncitos. —¡¿Me puedes explicar esto, Andrea?!... ¡ANDREA, TE ESTOY HABLANDO!—Su madre le gritaba al pequeño niño, sin embargo aquel pequeño se cubría la zona baja de su entrepierna y en su torso a la altura de su pecho pero no alzo su mirada ante su madre.

Estaba llorando de tristeza al no entender porque su madre le gritaba, tardó bastante tiempo en comprender que lo que había hecho estaba mal.

—¡Andrea mírame cuando te hablo!—Le volvió a gritar, pero fue interrumpida en ese momento por la señora Anri.

—Deje al niño Andrea, fue mi culpa ¿Está bien? Ya no le grite—Su Nana estaba defendiendole, el estaba nervioso y con lágrimas en sus ojos. 

La madre de Andrea le miro de la manera más horrible, parecía que con la mirada quería asesinarla, así que la llevo fuera, mientras que Andrea se tiró al suelo sollozando y abrazando aquel vestido floreado de una niña de diez años, la verdad el se sentía tan desolado y más porque su madre le había gritado, pero ¿Qué tenía de malo que el se vistiera de niña? Además siempre se había sentido diferente. 

Unos minutos después Lana entro furtiva a su habitación viéndolo llorar, que le abrazo. Llevaba su muñeca, en su mano.

—Andrea no llores, tu siempre serás mi amiga y siempre te querré—Le dice acariciando su cabello sedoso y brillante, lo tenía un poco largo, pero aún podía pasar por niño. 

—Suena a qué te estás despidiendo ¿Dónde vas?—La niña le miro sonriendo pero su sonrisa era débil y le miro apenas.

—No se, mamá dice que no te volveré a ver—Se acercó para darse un abrazo y susurrarle algo "Te dejo un vestido en la casa del árbol" no quiso emocionarse pero aquello calmo a Andrea completamente.

Al irse se quedó en su habitación pero por la tarde su madre lo obligó a cambiarse de habitación, siendo sellada su vieja habitación, tirando ahí su muñeca y el vestido que le había roto. 

°°°

Estaba buscando aquella muñeca que ahora la quería para poder limpiarla. Aunque aquel recuerdo era doloroso, era también valioso para saber que no todos podrían comprender lo que era ella, pues aunque nació siendo hombre, su físico y su mente era de una mujer. Gracioso era que la propia naturaleza había hecho el trabajo por si mismo, su físico actual se debía principalmente a que entrada la adolescencia comenzó a sufrir cambios físicos en los que su cabello crecía más largo de lo habitual, su piel se volvía más suave y sus caderas comenzaron a ensancharse. Gracias a que era Omega quizás la carga de hormonas femeninas era mayor o algo parecido quería pensarlo Andrea... Igual su nombre era hasta motivo de burla en la primaria porque pensaban que era de mujer, quizás sus padres mismos sellaron su destino a lo que ella era en la actualidad gracias al nombre que escogieron para ella.