Crear un cuento


#Laurel

#coffeaffogato

#Cchiato01

#Cerrado

||Una vida normal

||Pasado

||Laur-El 


Había una vez una muchacha que le gustaba la naturaleza, le gustaba la paz que le daba estar en sitios naturales, porque en su casa aunque amada, siempre se sentía extraña, le gustaba mucho cuando podía ir a un lago y aveces pareciera que la naturaleza quería darle regalos como el poder ver desde su lugar favorito para ver el paisaje, una familia de patos nadando.


Para Laurel, quien vivía en las afueras de un pueblo de Kansas, poder ver aquellas pequeñas criaturas, le daba ganas de poder proteger la naturaleza, incluso era la razón por la cual se mantenía alejada para poder entrenar sus poderes.


Sin embargo el estrés hacía que sus poderes se alterarán y sus padres se preocuparon, no podían llevarla con nadie para saber cómo podían ayudarla, pero su madre tenía una que otra amiga a quien le pidió un consejo y cuando lo tuvo, como el que pintara, su padre le compro todo para pintar, caballete, lienzos, pinturas, acuarelas y más elementos artísticos. Para Laurel al principio no le gusto la idea, tardó varios días en llevar algunas cosas para pintar a un paraje cerca de donde se quedaba viendo a los patitos, al principio ni siquiera pintaba algo, luego comenzó a pintar el paisaje que tenía frente de si. 


No fue sino hasta cuatro semanas después de haber comenzado a pintar que en el crepúsculo de la noche comenzó a pintar, pero algo en esa noche paso, una caída de meteoritos sobre la ciudad, uno de esos meteoritos cayó cerca de ella. 


El cielo por unos segundos se iluminó, pero nada le pasó. Le dió risa, aunque por primera vez sintió dolor.


Su padre fue por ella, y se preocupo cuando le vio con sangre.


—¿Qué ocurrió?—Pudo ver qué traía varios cortes, su madre se preocupa y ve que tenía varios cristales azules. 


—Un meteorito cayó justo donde estaba—comenzo a reírse, era pasado de media noche—Auch.


—¿Qué sucedió?—Le levantan la blusa y miran ambos un cristal un poco más grande, de ese mismo color.


Nada podía herir a su hija y un cristal de un meteorito pudo hacerlo, no sabían que era, pero cuando retiraron los cristales y los echaron en una caja lejos de Laurel, fue que pudo curarse completamente y sin rastro de los cortes y la herida profunda en su costado.


Al final de cuentas Laurel se dió cuenta que no era inmortal, pero esa sensación de dolor que experimento le hizo sentir tan viva, como aquellos días en los que aquellos patos en un lago, pintar un paisaje o mirar por las tardes aquel crepúsculo precioso. Aunque no sabía que tan útil sería ese cristal para tener una vida más normal. 

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