Calor

 

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||Andrea - Artemisa

                  Había llegado a la familia Alkaev, gracias a que Alisa al enterarse no estuvo muy feliz, pero sabía cómo era su esposa, además ella misma dijo que los cachorros no tenían la culpa de lo sucedido, habían pasado dos meses desde el nacimiento de los mellizos y sinceramente había sentido que era bien recibida por Artemisa, Mackenzie, y las demás niñas e hijas de Alisa, incluso Nadia le recibió bien aunque su hermana Aise no estaba feliz, y le miraba se mala manera. 

Entonces su apetito comenzó a incrementar bastante, y podía sentir como su cuerpo aumentaba de peso, preparándose a su época de calor. Alisa y Artemisa se dieron cuenta de ello. 

—¿No quieres unos supresores?—Le pregunta la rubia, con un dejo de preocupación—porque tenemos varias Alphas y podrías no terminar muy bien. 

—No surten efecto—Le contó mientras comía su tercer plato de waffles que Artemisa le hacía y ante la complicidad con Alisa estás dos se miraron.

—Podria llevarte a una cabaña lejos de aqui—propuso Artemisa—Estaras mejor ahí 

—P-pero Nadia y Aise no estarán felices—Habia notaba que Aise y Nadia eran posesiva con Artemisa y Alisa, no quería problemas con Nadia, quien le había recibido bien.

—Tu tranquila, Artemisa tiene razón—reconoce Alisa—Mira por Nadia y Aise yo me ocupo. 

Andrea reconoció que estaba en celo pero no dijo nada, Artemisa le miro y luego rió, sabía muy bien que era lo que haría. 

El viaje lo planearon en secreto, hasta que llego el día que se irían a la cabaña, llegaron temprano, porque habían salido por la madrugada, su celo como tal no entraba aún pero después de medio día el calor en su cuerpo iba en aumento, hasta que llegó a tener una especie de fiebre, lo que significaba una sola cosa.

Entro en celo.

Pero Artemisa no se fue, se quedó, pero era Alpha, al principio pudo resistirse, porque en cierta manera aún traía consigo el aroma de su esposa Nadia, ya que había tenido relaciones antes de venir a esta cabaña que solo Alisa y ella conocían, y ahora Andrea. 

Pero ahora ella estaba comenzando a tocarse, a desvestirse y desnudarse, poco a poco la cabaña comenzó a inundarse de su aroma de Omega, para esto Artemisa poco a poco perdia el control de sus instintos, sintiendose también caliente por causa de que el aroma de Omega que tenía Andrea era demasiado llamativo, ahora entendía algunas cosas del pasado de Andrea cuando se desahogo con ella. Pero no quería hacerle daño a ella, ni a Nadia. Quizás no fue buena idea quedarse, pero lo hizo porque deseaba protegerla. 

—Artemisa... Hazme tuya... ¡Por favor!—suplico, su calor la llevaba a pedir lo que se había prometido no hacer, pero es que no podía controlarse estaba desnuda frotandose contra una almohada.

Para ese momento y con aquel llamado, perdió toda razón y tomo a Andrea para si, lo que sería un celo pacífico, termino siendo uno bastante caliente e intenso para ambas.