Deep
#Sari
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#Cerrado
||Cai en picada
||Pasado
||Sari - Diceris
Había tenido muchas horas de entrenamiento físico y psicológico, debía saber defenderse, a pesar de tener la guardia real, parecia ser su objetivo. Aveces sentía que su madre ni siquiera le amaba. Hasta que una vez fue llamada por la Reina, pensó que sería el mejor día de sus diez mil años de vida, sin embargo no fue asi. Habría pensado que estaría en frente del consejo, que escucharía como su madre tomaba decisiones y muchas otras cosas que no cabían en su imaginación, pero que creía que todo sería bueno.
Pero nada más lejos de la realidad, en el gran salón donde había reuniones, su madre estaba en el trono y tenía... ¡Un Seelie! Sometido, de rodillas y siendo asfixiado por las raíces que su madre creaba.
—¿Sabes que la obediencia es más importante que cualquier cosa?—Le decía con un tono severo y frío.
—S-si, su Alteza—apenas podía respirar, la sensación que sentía aquel Seelie era indestructible para una Sari que nunca había visto a su madre haciendo eso.
—Entonces si yo digo que la vida de un Seelie vale más que la de cualquier ser ¿Qué tienen que hacer?—Hablo en voz alta para que todos escucharán. Pero el Seelie no pudo responder como era debido—no te escucho.
—A-ante todo nuestra... n-nuestra raza—decia con dificultad.
Nadie hacía nada, Sari estaba ahí parada, lo cual le parecía raro, todos veían como lo torturaban y su madre parecía disfrutarlo más que cualquier cosa, fue cuando decidió intervenir, haciendo uso de sus poderes, hizo que las raíces retrocedieran, dejando que quien estaba al punto de morir por falta de respirar, pudiese respirar mejor.
—¿Quién Osa...? Sari, pequeña estúpida—Gruño molesta, hizo un ademán para que se llevarán al prisionero y quedarse a solas—¿Sabes las consecuencias de desafiarme? Debería castigarte.
—Pero soy tu hija.
—Precisamente por eso—Y fue cuando su madre le lanzó las enredaderas que tenía detrás del trono pero Sari se defendió con las raíces del árbol que estaba a su costado—Interesante al menos sabes defenderte.
Pero en ese momento su madre hizo que de las Raíces de las rosas que había justo tras de Sari y al tener espinas, hicieron un gran daño en su piel, claro podría curarse en cuanto dejara de tener las espinas aprisionandola en ese momento. No podía contener en lágrimas, pero no sollozo.
°°°
—Con el tiempo aprendí a contener mis lágrimas y a callar lo que sentía—le expreso, luego que le contara la parte más desagradable de ella—sin embargo hay algo más fuerte sobre mi.
—¿M-más fuerte?—Sari asintió, mostrándole varias cicatrices y viendo como le tocaba apenas con una delicadeza inusual.
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