La Mort
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||La Mort
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||Isabella
Había dejado de buscar a la Doctora que ella había escuchado varias de sus sesiones y que había catalogado a Isabella como una psicópata, con un transtorno bipolar, por lo que ahora que la Doctora se había retirado no había podido encontrarla, además que por su estadía en Estados Unidos, luego de terminar con Serena y aquella mujer que le quitó su esclava—Mujer que no valía mencionar su nombre, porque no quería pensar más en ella— había comenzado a navegar por el globo y asesinado a diferentes mujeres de forma muy peculiares. Pero ahora era el turno de su Doctora.
En cuanto la localizo en la ciudad fue fácil seguirla por un par de semanas en las que la vio hacer lo mismo, ir a la misma tienda, comprar los mismos alimentos, ir a los mismos restaurantes, sabía que tenía una hija, pero que era dos años mayor que ella, así que seguro no vivía con la Doctora. En cuanto compro lo que necesitaba que era una pala, unas cuerdas y otros aditamentos como líquidos solventes. Todo esto era para poder ir tras la doctora, hasta que terminó entrando en su casa en dónde la secuestró.
La doctora no supo que pasó hasta que ella despertó en el bosque a las afueras tirada y amarrada de pies y manos, había unas cuantas antorchas encendidas a su alrededor, amordazada.
—Bien, querida doctora hoy comprobará que tan psicópata soy—Le dice con una mueca en sus labios—le diré antes que muera cuántas personas he matado.
Al ver de quién se trataba, la doctora comenzó a sollozar.
Mientras le fue contando con lujo de detalles cuántas mujeres y hombres había asesinado, su evolución y como ahora era una caníbal, le contó cómo asesino a su padre y su esposa embarazada, también como no fue la única mujer embarazada que ha matado. La cara de horror de la doctora era evidente porque la verdad no pensó que la fuera a encontrar, había cambiado su nombre y se había ido a otro país pensando que eso sería suficiente para poder estar a salvo. En tanto hablaba Isabella hacía uso de las cuerdas y jalaba estás para que por medio de las poleas que colocó y de esa manera poder jalar las extremidades y causarle mucho dolor, con una estaca atoraba la cuerda y con un cuchillo usaba para hacer pequeños cortes que le causarían aún más dolor, del que le hacía al jalar las cuerdas. Cuando creyó suficiente, volvía y jalaba la cuerda y los gritos eran más intensos, de una bolsa saco una pequeña bolsa de sangre de medio litro, la cual dejo a un lado.
—Bien doctora, he decidido que muera pero por mano de las bestias de este lugar—Le dice sacando una jeringa de la cual tenía ketamina—No podrá moverse pero va a estar consiente de lo que pase.
Le inyectó la ketamina y cuando supo que no se movía le desató, quitó todo lo que ella había colocado y apagó las antorchas, antes de hacerlo rompió la bolsa de sangre y se la vacío encima.
—Bien doctora, estamos en el territorio de una manada de lobos, así que con esta sangre es más que suficiente para que sean llamados, probablemente venga algún puma u oso—dicho eso le quita la venda y va.
No la torturó por placer, solo para que supiera lo que haria después, no la mataría porque quería, sino porque debía mantenerse y a decir verdad ella odiaba sentir que la podían controlar y si algo sabía de todo eso, la única que podría sería la doctora si llegaba a ayudar a la policía. Ahora con su casi muerte segura ella no necesitaba cubrirse más y seguir su camino de muertes.
Desafortunadamente para la doctora dos osos machos la encontraron y la destrozaron viva, la doctora estaba condenada a morir desde el momento que Isabella lo decidió, y murió como ella quería que muriera, además no sabrían jamás como y dónde está porque el auto que uso, era el de la doctora y lo abandono a más de docientos kilómetros de distancia, de dónde la dejo para cuándo dieran con el cuerpo no sabrían realmente lo que pasó. ¿Cómo estaba tan segura? Se había apostado a vigilar a una distancia prudente de dónde la dejo y con una cama térmica le vigilaba desde lejos, así supo cómo terminó muerte por animales.
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